Los tiburones, rayas y quimeras pertenecen a la categoría de condrictios, peces que se caracterizan por tener esqueleto de cartílago en lugar de hueso. Se trata del grupo de vertebrados marinos más amenazado del mundo debido al exceso de presión pesquera para su consumo como carne, sopa de aleta, aceite y otros usos comerciales. Por su lento crecimiento, reproducción sexual tardía y baja fecundidad, sus poblaciones no logran recuperarse a tiempo y hacer frente a semejante tasa de explotación.
Alrededor de 50 especies de condrictios son objeto de la pesca comercial y recreativa en Argentina. Resulta alarmante que el 71% de estas especies están en peligro de extinción debido a la sobrepesca a pequeña y gran escala, evaluadas según los criterios de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Entre ellas se encuentran especies de distribución mundial como el cazón (Galeorhinus galeus) y el escalandrún (Carcharias taurus) y, lo que es aún más preocupante, el 53% de las especies amenazadas son endémicas de esta región, como el gatuzo (Mustelus schmitti), lo que significa que su extinción aquí las borraría del planeta.
Los tiburones, como predadores tope, desempeñan un papel crucial en los océanos desde hace cientos de millones de años, manteniendo el equilibrio en la cadena alimentaria y regulando otras poblaciones marinas.
Desafíos
La principal amenaza para estas especies es la captura excesiva por redes de pesca. Argentina se destaca por tener una de las mayores tasas de captura y desembarco de condrictios, ocupando el sexto lugar a nivel mundial durante el período 2007-2017 y el primero en rayas en la actualidad. Los condrictios son un componente importante de las pesquerías comerciales argentinas, siendo las rayas las de mayores volúmenes en los desembarques. A la vez, la pesca recreativa es una fuente de mortalidad para los tiburones costeros con prácticas de captura y retención ilegales, incluso en algunas áreas marinas protegidas.
Otros desafíos para su conservación, son la contaminación marina, la destrucción del hábitat y el cambio climático. Finalmente, otro dato preocupante es la falta de información para determinar el estado de conservación de 1 de cada 5 especies en el Mar Patagónico.
Nuestro trabajo
Desde 2021, WCS lleva adelante una estrategia global de 10 años para salvar tiburones y rayas enfocada en 10 lugares críticos de conservación alrededor del mundo, donde el Océano Atlántico Sudoccidental es una de las áreas de especial preocupación.
A nivel nacional, impulsamos leyes y políticas públicas que contribuyen a la conservación de las especies más vulnerables; lideramos el programa de ciencia ciudadana “Conservar Tiburones en Argentina”, que busca incentivar a los pescadores deportivos a colocar una marca en los tiburones que atrapan para poder identificarlos y devolverlos al mar y así poder hacer un seguimiento de su comportamiento migratorio, entre otros aspectos; trabajamos junto a pescadores de tiburones pequeña escala para fomentar prácticas pesqueras sostenibles; e impulsamos campañas de concientización para desalentar el consumo de especies críticamente amenazadas, como el endémico gatuzo.
A nivel regional, desarrollamos informes sobre el estado actual de tiburones y rayas en el Oceáno Atlántico sudoccidental (ASO); realizamos investigaciones científicas sobre especies prioritarias; y hemos colaborado en la actualización del Atlas de Áreas Importantes para Tiburones y Rayas (ISRA, por su sigla en inglés) de la UICN para la región del ASO.
A nivel internacional, impulsamos la incorporación de especies de tiburones y rayas amenazadas de extinción en tratados internacionales, como CMS (Convención sobre la Conservación de las Especies Migratorias) y CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), para regular su comercio y promover su conservación; y contribuimos a la investigación de la trazabilidad de estas especies y sus productos derivados en el comercio global.