Promoviendo la regeneración y la coexistencia entre la fauna nativa y las comunidades locales
Un paisaje accidentado y extenso, formado por antiguos volcanes y vientos incesantes, escarpadas montañas, cañadones profundos y mesetas que declinan en altura hacia el mar, alberga una comunidad de vida silvestre única. La estepa y el monte patagónicos, de 700.000 kilómetros cuadrados, son el último bastión del guanaco, incluyendo su población migratoria más grande del mundo; el choique; el cóndor andino; muchas especies endémicas de plantas, reptiles e insectos; y decenas de miles de cisnes, flamencos y cauquenes. La Patagonia árida también es hogar de la población más meridional del amenazado gato andino; y alberga un importante conjunto de otras especies de carnívoros nativos tales como el puma, el zorro culpeo, el zorro gris, los gatos montés y de pajonal, además de zorrinos y hurones.
Desafíos
Aunque a primera vista parecen salvajes y atemporales, las actividades humanas han alterado en gran medida los pastizales templados del sur de Argentina. Los guanacos y choiques eran históricamente la principal fuente de alimento para los pumas y cóndores andinos, y su pastoreo daba forma al paisaje. Hoy en día, estas poblaciones de herbívoros se han reducido considerablemente, sobre todo en el centro norte de Patagonia, por la caza furtiva, la competencia por alimento con ovejas y cabras, y la presencia de alambrados y caminos que han creado obstáculos para sus movimientos estacionales. Estas migraciones conservaban las poblaciones abundantes y les permitían hacer un uso óptimo de los recursos, manteniendo los pastizales saludables.
Con la escasez de presas nativas en amplios sectores de la región, la coexistencia entre los carnívoros silvestres -como pumas y zorros- y la ganadería se convirtió en un gran desafío pues ante los ataques a su ganado, los productores suelen recurrir a técnicas letales para protegerlo, como trampeo, caza e incluso envenenamiento que termina afectando también indirectamente a especies de aves rapaces y carroñeras.
La degradación de la vegetación y suelo, y la desertificación ligada a un manejo ganadero sin planificación y sin ajuste a la capacidad de carga cambiante del ambiente durante más de un siglo, sumada a la aridez creciente por efecto del cambio climático, representa hoy en día el el problema ambiental más importante de la Patagonia.
Otras amenazas y presiones humanas que afectan a las especies silvestres y sus hábitats en la estepa patagónica son la expansión de las especies exóticas, la caza furtiva y las actividades extractivas intensivas, como la exploración y extracción de petróleo, gas y minerales.
Nuestro trabajo
Nuestra visión consiste en una red de áreas de conservación núcleo interconectadas por corredores efectivos para proteger la biodiversidad de la Patagonia árida y semiárida, en convivencia con comunidades rurales que adaptan su ganadería a modelos de manejo regenerativo.
Consideramos clave conservar las principales unidades de vegetación, ambientes especiales, endemismos y poblaciones funcionales de especies que requieren hábitats extensos y conectados, y crear las condiciones que permitan a esta biodiversidad adaptarse y evolucionar frente a cambios ambientales futuros.
Para alcanzar esta visión trabajamos para restaurar y mantener en el mayor estado silvestre posible a las áreas protegidas de la Patagonia árida, colaborando con agencias gubernamentales, provinciales y nacionales, para aumentar las áreas bajo protección y administrar las reservas efectivamente.
En las tierras destinadas a ganadería extensiva, acompañamos a productores y productoras en sus acciones para manejar el ganado de manera amigable con la vida silvestre, contribuir con la regeneración de la vegetación y restaurar el suelo.
En todos los casos utilizamos un enfoque basado en ciencia y colaboramos con el sector académico para buscar soluciones a los desafíos.
Logros
Mediante un enfoque colaborativo hemos ayudado a conservar algunas de las principales áreas de distribución de guanacos, carnívoros nativos y cóndores andinos en la estepa y monte de la Patagonia árida.
Trabajamos con compañías petroleras y el gobierno para restringir el acceso de cazadores furtivos a una superficie de más de 2.200 kilómetros cuadrados en el noroeste de Patagonia, cerrando efectivamente cientos de caminos petroleros en desuso y favoreciendo la recuperación de guanacos y otra fauna sometida a la caza furtiva.
Hemos ayudado a desarrollar planes de manejo para seis áreas protegidas y diversas especies clave y brindado asesoramiento técnico y capacitación en conservación a agencias de manejo y casi 200 guardaparques, técnicos y profesionales.
Contribuimos a ampliar significativamente las tierras bajo gestión pública en la reserva de La Payunia, que alberga la mayor población migratoria de guanacos.
Combinando enfoques de investigación ecológica, económica y social, hemos ayudado a diseñar modelos de producción regenerativos y amigables con la vida silvestre de la estepa, más sustentables ecológica y económicamente que los sistemas tradicionales. Por ejemplo, innovamos y promovimos el uso de perros protectores de ganado para minimizar los ataques de los carnívoros silvestres, disminuyendo las pérdidas económicas de productores y las represalias hacia las especies nativas. También gestionamos el otorgamiento de la certificación Wildlife Friendly™ (Amigable con la Vida Silvestre) a productores que realizan estos esfuerzos, y cooperamos con la búsqueda de mercados, lo que ya está contribuyendo a elevar el valor de las fibras regenerativas de la Patagonia.